…” Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”… (PROVERBIOS 23:7)
Nadie que se ocupe, directa o indirectamente, de la salud de los seres humanos puede ser ajeno al concepto de la esencia de la vida y consecuentemente de los hechos que la modifican. Es en el ámbito de esta alteración donde las ciencias de la salud estudian los desvíos buscando corregirlos.
La concepción de la vida humana se nutre en el convencimiento de que una persona es algo más de lo que se puede enunciar de ella en un momento dado; teniéndose cabal conciencia que cuando se busca cualquier situación individual del ser humano, la misma está articulada en un todo de infinita riqueza.
Se conoce hoy, que en el ser humano existen poderosos impulsos, indeterminados y libres; que en virtud de ellos, la existencia humana tiende a organizarse socialmente como base esencial de la supervivencia; como también que dentro de estas formas sociales existe una gran libertad creadora que, generación tras generación, examina su forma para conservarla o recrearla a su ciencia o conciencia.
Esto pone en evidencia que en el ser humano existe un impulso a la libertad y esta condición nos conduce a un atributo natural que es el libre albedrío, que no parece ser de naturaleza biológica.
En esta concepción, se presiente y se vive como presente el fundamento misterioso de la vida, que debe aceptarse como la que rige y palpita en cada ser viviente.
Se concibe así que la tarea de investigar la vida y sus expresiones, que aparenta ser una tarea especializada propia de la biología, no alcanza para interpretar la visión global de los seres humanos en el mundo que habitamos.
En el marco de esta reflexión general debemos reconocer que el estudio y práctica de la medicina se desarrolla en la búsqueda de la salud del cuerpo y la psiquis.
Desde mediados del siglo pasado la ciencia médica ha realizado importantes progresos. Los cirujanos introdujeron su bisturí en el corazón y en el cerebro, órganos considerados hasta entonces inaccesibles e inviolables. Se impulsó el trasplante de órganos internos y el reemplazo de órganos por reproducciones artificiales, a punto de convertirse en cuestiones de práctica general. Se avanzó en la clonación y el conocimiento del genoma humano, lo que promueve avances más profundos.
Los procesos de la farmacología han llegado a un punto en que ya no es una ilusión pensar en controlar las funciones de la memoria, del pensamiento, de la voluntad y paliar el dolor mediante drogas.
Vemos así que, mientras se desarrolla la investigación en las ciencias de la salud con la finalidad de mejorar la vida humana y en la medida que los médicos emplean esos conocimientos, aumenta el interés público por estas actividades. Hoy la medicina bien usada, puede aportar enormes contribuciones a la calidad de vida de las personas.
La innovación tecnológica y sus consecuencias dentro de la globalización mundial, nos trae una nueva visión del devenir. En el instante en que la sociedad industrial dió paso a la sociedad post-industrial, la medicina y su aplicación a “la atención de la salud” ingresó en un profundo proceso de cambio, acompañando a una renovada interpretación del ser humano, donde se presienten, se viven y se indagan los comportamientos y manifestaciones de ese ser que constituye el objeto de la ciencia médica.
En esta conceptualización, el hombre estudiado en el contexto de su lucha por la vida, presenta físicamente muy pocos elementos materiales que le sirvan aisladamente para enfrentarla, pero tiene en cambio, como específica facultad de su psiquis, la inteligencia creadora e instrumental. Ahora, también, si pretendiéramos considerar esta inteligencia sin tener en cuenta la singularidad de su organización biológica, no sería posible explicar ninguno de estos dos modos de la expresión humana (cuerpo y psiquis).
Es así que para el ser humano, el cuerpo y la psiquis son dos formas de expresión distintas de un proceso único y, a su vez, son partes de un mismo sistema biológico.
Según Abraham Maslow , hemos llegado al punto de la historia biológica donde somos ya responsables de nuestra propia evolución.
Ing. Néstor E. Fernández
Presidente