En la actualidad es posible observar la existencia de muchos indicadores económicos que anticipan la posibilidad de una transformación importante del sector de la salud.
Se estima que en la próxima década, a nivel global, las personas pueden vivir un promedio superior a los 90 años, con lo cual, desde el punto de vista del cuidado de la salud, económicamente se entrará en una etapa de rendimientos decrecientes y costos crecientes en la relación existente entre los costos derivados del cuidado de la salud y la esperanza de vida. Es así que, en la medida en que la expectativa de vida crezca y la tasa de natalidad disminuya, se genera una pirámide poblacional de más edad, de la cual deriva un incremento de la carga demandada sobre la población que trabaja para sostener como viable esta situación. Todo esto impone la necesidad de mejorar la eficiencia del sistema que en este marco, resulta un ámbito apto para encarar una etapa de transformación basada en la ineficiencia existente; lo que abre la posibilidad, frente al volumen de recursos económicos que se aplican, de generar mejoras provenientes de alternativas innovadoras, tendiendo a lograr una renta económica y social importante.
La ineficiencia señalada se correlaciona con las fallas de mercado y las asimetrías de información. Es así que los incentivos no se correlacionan con lo deseable a nivel social ya que la industria, los médicos y proveedores de la salud obtienen mayores réditos cuando más enferma la población, aún cuando esta ecuación se invierta para las obras sociales y prepagas.
Es innegable que en la próxima década la innovación tecnológica hará posible corregir estas asimetrías que conjuntamente con el potencial del desarrollo digital permitirá mejorar la calidad de los servicios de salud, aún por encima del desarrollo de la investigación médica.
Con esa finalidad se entiende que se ha iniciado un proceso, que con el tiempo será incontenible, de revaluación y reconceptualización de los sistemas operativos y de las tecnologías utilizadas en el sistema de salud, que serán más simples, flexibles y focalizadas a las necesidades del usuario y, a su vez, más adecuadas a las transformaciones de la demanda social.
Para alcanzar estos objetivos en el sistema de salud, se hace necesario ingresar en un proceso que llamaremos de reingeniería acompañado de herramientas que requieren un refinado entrenamiento, adecuadas inversiones y un recurso humano talentoso y creativo, que permita buscar con éxito el futuro de la sociedad que evoluciona, dentro de la responsabilidad de velar por la salud.
Ing. Néstor E. Fernández
Presidente de OSMISS