Algunas consideraciones sobre la tercera edad

Del estudio del crecimiento demográfico del país, se observa que la participación de las personas mayores de 65 años en relación al total de la población, va aumentando en una proporción ascendente debido, fundamentalmente, al crecimiento de la expectativa de vida y al decrecimiento de la población juvenil y adulta, es decir, a una modificación sustancial de la pirámide demográfica.

Esta modificación influye en forma notable en los problemas que se producen en la atención de la salud, no solo desde el punto de vista de las cargas sociales, económicas y financieras, sino también, en forma fundamental, en lo atinente a la necesidad de la reformulación de los servicios de la salud para una efectiva atención de los mismos a los efectos que esta población permanezca activa (física, social y mentalmente).

Lo realizado en el sistema de salud hasta el presente no alcanza a satisfacer, para la expectativa de vida asignable a esta población, la calidad de vida que sería deseable para ellos. En el marco de una sociedad en cambio con importantes asechanzas sociales, turbulenta y complicada se plantea la necesidad de una nueva interpretación y replanteo del sistema de salud. Ello, nos debe llevar a considerar a la tercera edad como un Período de Oportunidad de Vida, que si se sabe aprovechar y se está preparado para ello, puede ofrecer muchas satisfacciones que no se han alcanzado en los otros períodos de la vida ya transcurridos.

En ese marco, la disposición de tiempo permite adoptar nuevos y variados caminos, para lo cual debería prepararse la sociedad toda a aceptar el aporte vital que este sector de la población puede brindar.

En la actualidad, respecto a la tercera edad se plantea no solo problemas médicos específicos, sino también otros que afectan los aspectos psicológicos que tienen repercusión social como diagnóstico de una situación modificable, derivada de una minusvalía fundamentada, entre otras causas, en:

  • Invalidez progresiva por el deterioro natural del organismo.
  • Aceptación de efectos mórbidos de enfermedades crónicas preexistentes.
  • Problemas psicológicos y sociales que aparecen vinculados con situaciones familiares y económicas.
  • Los accidentes.
  • La soledad.

Para evitar estas contingencias debería reorientarse, en el encuadre de la salud, la atención de las personas de la tercera edad mediante la implementación de los siguientes criterios de acción:

  • Mantenimiento prioritario de la actividad psicofísica.
  • Prevención y diagnóstico temprano de las enfermedades crónicas.
  • Rehabilitación psicofísica lo más completa posible.

En lo atinente a los objetivos de vida asignables a las personas en la tercera edad, el sistema de salud debería pretender alcanzar las siguientes metas:

  • Alcanzar a vivir una vida tan normal como sea posible, junto a su familia, en sus domicilios o en un ambiente hogareño, dentro de la comunidad.
  • Tener cuidados adecuados y recibir el apoyo necesario para mantener su independencia.
  • Crear las medidas necesarias para respetar su opinión personal sobre cómo quieren vivir y los caminos a seguir en sus vidas.

En este marco es posible pensar en el derecho de las personas de la tercera edad a integrarse en la comunidad con una aptitud de vida que no menoscabe sus posibilidades.

En ese sentido, se entiende, que debería plantearse una ley de igualdad para la tercera edad donde se prohíba la discriminación contra la gente mayor no encasillándola por la edad que tiene. Se entiende que se necesita una transformación fundamental y proporcional a los cambios sociales que se registran.

Así, las organizaciones internacionales deberían tomar como una causa la sustentabilidad de las poblaciones que envejecen, tal como lo han hecho con el tema del medio ambiente, incluyendo a la misma en los objetivos de desarrollo del milenio.


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Ing. Néstor E. Fernández
Presidente de OSMISS