Pensar en positivo ¿es suficiente?

Hasta mediados del siglo pasado se abordaban los temas de salud a través de lo que podemos denominar la mecánica del cuerpo. En ese marco, la atención de la salud mejoró en forma importante lográndose ampliar las expectativas de vida como resultado de dicha evolución.

Hoy los temas de salud se han convertido en una cuestión que va más allá de ese enfoque, debiendo incluirse múltiples enfoques complementarios. Entre ellos, el enfoque mental y emocional ha ganado significativa importancia transformándose en uno de los valores esenciales del bienestar humano.

Placer, alegría, estabilidad emocional, optimismo, felicidad son algunas formas de cuidar y mejorar la salud.
Pensar en positivo es una aptitud que debemos adoptar para recorrer el camino hacia el bienestar personal.

El aumento de la expectativa de vida tiene sus implicancias en la calidad de vida que no sólo se concentra en la mecánica del cuerpo sino que incluyen a otras dimensiones del bienestar que es necesario atender; ellos son, la psiquis y las emociones. Esto apunta a un nuevo paradigma, el que ya no se define sobre la base de desear la felicidad sino la de trabajar para que ello ocurra, tratando de mantener parámetros aceptables de salud.

Así tenemos que la felicidad no se busca sino que se construye o sea que es una actividad y no un estado de ánimo.

Debe aquí recordarse a los griegos y romanos, quienes planteaban la relación entre la mente y el cuerpo (“Mens sana in corpore sano”). Aquí se observa la relación de la mente con el cuerpo y viceversa.

Se entiende que hay que asumir esta relación para lograr una interpretación integral de la vida.

Esto permite afirmar que estar sano es sinónimo, causa y consecuencia de sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestro entorno.

Entendemos que no cabe duda que el objetivo de cualquier ser humano es ser feliz y que ser optimista ayuda a lograrlo. Ser optimista implica una actitud positiva que genera defensas y una capacidad importante de recuperación ante enfermedades o intervenciones quirúrgicas. Ello, relacionado con la generación de endorfinas generadas por dicha actividad positiva.

Pero ¿qué es ser optimista?

Fundamentalmente es apostar a que las cosas van a salir bien, confiando para eso en las capacidades propias y de quienes nos rodean. El optimista persevera en hallar soluciones, porque confía que existe una para cada problema y que tiene la posibilidad de encontrarlas.

Esto sería pensar en positivo para el ser humano, ello ¿es suficiente?

La revolución tecnológica y sus consecuencias y la globalización mundial, nos han traído una nueva visión del devenir con nuevos desafíos a enfrentar que integra lo individual a lo colectivo, ingresando todo en un profundo proceso de cambio, difícil de ser interpretado por el ser humano.

Esta nueva conceptualización del ser humano, en el contexto de la lucha por la vida, presenta en su cuerpo muy pocos elementos que le sirvan para enfrentarlo, a excepción de su capacidad psíquica correlacionada con su inteligencia creadora e instrumental. Esto permite expresar que la evolución biológica del ser humano ha obligado a lo psíquico a cumplir determinadas funciones que acompañan la función orgánica, convirtiéndose a su vez en una fuente de regulación del cuerpo.

Este esquema de retroalimentación psico-físico permite plantear que pensar en positivo es lo correcto.


Imagen del Ing. Néstor E. Fernández

Ing. Néstor E. Fernández
Presidente de OSMISS